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-El mal gusto no distingue sexo, color, edad, clase social, nacionalidad ni nada: La gente es TERRAJA -

lunes, 11 de agosto de 2014

Enciclopedia contemporánea para el nuevo “rico”. Capítulo 4: El monstruo.

Jhona. Shona. EL Jhona. No es difícil que usted se preocupe cuando El Jhona, luego de saludarlo “Ehh, amigo” le pida una moneda, principalmente porque cuando le diga que no tiene monedas este joven reaccionará de forma violenta, le clavará un tramontina sucio con restos de pasta base y enfermedades venéreas en el estómago y, luego de robarle todo el sueldo que usted ganó picando piedras catorce horas por día de musculosa en julio, El Jhona huirá impune hacia algún barrio marginal donde vivirá una hermosa vida con su miserable salario —que por motivos de seguridad usted retiró íntegro del banco para no tener que exponerse a pisar un peligroso y desprotegido cajero automático— y con las pensiones multimillonarias que le pagan a su madre por seguir teniendo hijos. Recuerde que estas MULTIMILLONARIAS asignaciones las paga usted, se las descuentan de su salario.
Lo peor de El Jhona no es que esta situación anterior no sea hipotética, si no sistemática. El problema es que en caso de que usted, en un ataque de terror ante este monstruo de camperita Nike de los techitos verdes y championes que parecen naves espaciales —que vaya uno a saber con la jubilación de qué anciana víctima compró— y en un emotivo ataque de generosidad, decida darle “una chapita pa’ l vino” a este joven irrecuperable, también tendrá la misma suerte. Porque mientras usted, amable ciudadano de bien, revise sus bolsillos en busca de una moneda, El Jhona se acercará y le arrebatará la cartera (o riñonera, mochila, portafolios, bolsa de Daniel Cassin con tupper lleno de guiso, etc.) y, si es necesario, también le arrebatará la vida. Y después irá de nuevo a refugiarse en su pantano del mal, que queda bien lejos de la costa y de la gente bien como usted.
Es decir: usted, ciudadano de bien, que paga sus impuestos, que terminó una carrera (o no, pero shh), que cuida de su familia. Que se rompe el lomo laburando para ganar una miseria que apenas le permite tener un Smart TV que se compró en 140 cuotas para el mundial, al reverendo pedo. Que enseña valores y modales a sus hijos diciéndoles que coman despacio y con la boca cerrada porque si no parecen “esos niños de la calle”. Usted, que lo único que quiere es vivir en paz y tener el último celular, está condenado a la perdición, y muy probablemente a la muerte, en manos de un pequeño monstruo. En manos de El Jhona.
El Jhona que nada tiene que ver con usted, que viene de otro lugar. Se ve de otra manera, habla en otro dialecto, escucha otra música (otra música que usted, porque su hija los sábados en W se mueve al ritmo de El Reja), mira otra televisión (bueno, no, porque en realidad estos no tienen para comer pero tienen mejor televisión y celular que usted), hace otras actividades… En fin, este que casi que no es de la misma raza que usted —que de hecho ya empezó a cuestionarse si El Jhona y los suyos son humanos— es la máxima amenaza para usted y su familia. ¿Por qué? Porque encima de que no pertenece a su sociedad, que se metió a romper el esquema de vida feliz de comercial de Coca-Cola, que ensució con su presencia las calles de su barrio —donde usted igual tiene derecho a tirar la caja de cigarros en la vereda porque paga sus impuestos y de limpiar se tiene que encargar la intendencia—. Encima de que escucha cumbia con el parlante del celular al mango en el ómnibus —que por suerte usted hace cinco años ya no se toma—, encima de que roba, viola, se rapa lo costados con rayas terrajas y asesina. Encima de todo eso, El Jhona, es inimputable.
Por eso es importante que usted, ciudadano de bien, luchador por la paz, que se ganó todo lo que tiene con trabajo y financiado a tres años, le exija a su gobierno y a la sociedad en la que vive la desaparición de estos seres, de estos Jhonases de las calles de su país. No vamos a decir que “hay que matarlos a todos”, aunque a veces uno colapse y lo piense, tampoco somos nazis. Pero que esta gente —si es que son gente— tendría que estar encerrada es un hecho. Escapa a la razón humana que un ser tan cruel y despiadado deba ser considerado igual que alguno de sus tres hermosos hijos. Esto ya no es una cuestión etaria, usted lo sabe y ellos también, es una cuestión de cuna que ellos mismos reivindican: “Chorro no se hace, se nace”
Imagine usted una sociedad en la que los Jhonases, los Kevines y los Maicoles no estén en las calles consumiendo drogas, hablando sin articular y jugando con alguno de los 132 piercings que tienen alrededor de la cara haciendo un movimiento de labios y mandíbula dignos de una alpaca con rabia. Imagine vivir en paz.
Existen quienes, por no haber salido aún a la vida dura de trabajo y sacrificio, creen que estos monstruos tienen “recuperación”, quieren “reinsertarlos en la sociedad” —como si estos alguna vez hubieran pertenecido—, quieren darles educación y trabajo, mientras que usted paga quince mil pesos de jardinera porque la educación pública está en la ruina y no puede educar a su, ya medicado, hijo de 5 años que sufre de hiper-actividad, déficit atencional y dislexia.
Pero no se preocupe, estos no son tantos y ya se les va a pasar… Nadie muere hippie. Usted siga su vida, consiga un método de defensa personal —un gas pimienta o una 9mm alcanzan, no exageremos— y siga luchando por la paz, comentado todas las publicaciones de El Observador (El País, Subrayado o cualquier otro medio de comunicación de derecha)* y votando candidatos y propuestas conservadoras para mantener su preciado status quo.
*en estos comentarios se recomienda incluir alguna anécdota sobre cómo le robaron a la sobrina de la cuñada de su compañera de yoga, adjunta a expresiones como: “Esto con José Luis Terra no pasaba”, “estas cosas solo pasan en este país”, “después dicen que son de izquierda” , “y a este gente le damos de comer”, “así no se puede vivir”, “renunciá Bonomi”, “sí a la baja”.



lunes, 10 de marzo de 2014

Se hacen los giles

Levantarse, hacer la cama, comer, acicalarme, cambiarme, cambiarme de nuevo, decidir que no es un desfile y ponerme un jean viejo y una remera manchada, juntar la mesa, no lavar los platos, salir tarde, tomarme el 145... Dejar la rutina de la no-rutina para volver a las mañanas de mierda.
Las mañanas de mierda. Vos pensás que las mañanas de mierda son aquellas en las que te despertás a los pedos, intentas verte presentable y picás para el laburo/liceo a las ocho de la mañana, cagado de frío y sueño. Y que mañanas de mierda es pasarte escuchando a una vieja de mierda decir cosas que no te importan mientras otros dormimos. 
Vos no sabés que los que dormimos no queremos estar durmiendo en ese momento. No, nosotros queremos estar ahí, donde vos estás, escuchando a la vieja de mierda, porque lo que nadie nos dice es que la vieja de mierda es mucho más vieja de mierda a las tres de la tarde. Nadie nos dice eso. Nadie nos dice que es mejor dormir la siesta que dormir de mañana, con el sol rajándote la cara. Nadie nos dice que si en algún momento a eso de las nueve te despertás a mirar la hora la lucha interna entre levantarse a ser productivo y seguir durmiendo porque todo es una mierda te destroza los nervios. Y el sueño siempre gana. 
Nadie nos dice que los programas de la mañana son un asco... bueno, si nos dicen. Pero nadie nos recuerda que de tarde pasan muchos capítulos de Hora de Aventura, ni que de tarde twitter es más interesante, ni que después de comer lo último que quiere una persona es tomarse un ómnibus que pasa Malos Pensamientos. Nadie nos dice que la radio es mejor a la siesta. Nadie se acuerda que de tarde te da más hambre y que comer fuera de casa siempre es más caro. Nadie se acuerda que los estudiantes rara vez salimos con más de veinte pesos en el bolsillo. 
Nadie se da cuenta que estar a unos pasos del Parque Rodó una tarde de primavera es como tener al mismísimo Diablo tomándote de la mano y ofreciendo fama y riquezas a cambio de no entrar nada a matemática. Nadie entiende que odiamos matemática. 
O capaz que sí, capaz que ya sabemos todo eso. De hecho lo sabemos. Y ellos también saben, saben todo eso.Se hacen los giles, saben que te están cagando la vida. Pero no les importa. 
No les importa nada e igual se cagan en vos. Se cagan en vos y por eso, de vuelta, te tocó ir de tarde. 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Merengue violeta y chispitas

Querido diario:
Hoy en la escuela Mariana se peleó con Lucía porque Mauro le pidió arreglo y Lucía le dijo que sí. Entonces Mariana se puso a llorar y Lucía dijo que era una pancha. Al final se agarraron de los pelos en la casita de madera del patio y la maestra se las llevó a la dirección y después la maestra nos dió una charla de que eramos muy chicos para pensar en novios, que solo tenemos diez años y bla bla... Los grandes siempre dicen que hay cosas que no tenemos que hacer, pensar o decir porque somos chicos. Si a Lucía le gusta Mauro y a Mauro le gusta ella pueden ser novios. Y si a Mariana le pone triste, me da pena, pero se puede poner triste porque le gusta Mauro. 
Después fui a la casa de la abuela Juana. Me encanta ir a la casa de la abuela porque siempre me hace chocolate caliente. No cocoa en polvito, sino chocolate caliente que es un pedacito de chocolate que metés en la leche caliente y se derrite y queda riquísimo. Mamá le dice "submarino", pero con la abuela Juana le decimos chocolate caliente, aunque mamá diga que no tengo que hablar "como en los dibujitos". 
Bueno no importa, la abuela me hace chocolate caliente y torta. Hace una torta riquísima de vainilla con dulce de leche y le pone merengue rosado o celeste o violeta y muchas chispitas de colores que son las mejores. Hoy hizo mi favorita que es con merengue violeta. Me gusta el violeta porque no es tan de nena boba. Se parece al rosado pero tiene azul, entonces es mejor porque a mis amigas les gusta a todas el rosado y a mi no y me gusta el violeta, entonces nunca me peleo por los globos, las velitas o las sorpresitas rosadas en los cumpleaños.
Después como siempre la abuela se puso a contarme una historia. Siempre hace eso porque en su casa no hay cable para ver Nick ni Cartoon, entonces me aburro. Las historias de la abuela también me aburren porque siempre son las mismas y siempre son de amor. Pero yo hago como si me interesara para que la abuela se quede feliz y me invite a su casa de vuelta y le ponga merengue violeta a la torta, y me deje comerme las chispitas que le sobren en el paquete.
Igual, la historia de hoy me gustó, era de amor también, del primer amor de la abuela Juana, de cuando ella era chica. Lo más lindo es que su primer amor se llamaba Violeta, entonces ya me gustó la historia. Me pareció un poquito raro que su primer amor fuera una nena, pero no le quise interrumpir para preguntarle porque no le gusta que le corten las historias, dice que se distrae y ya no cuenta nada, y que si le cortaba esta historia me contaba de nuevo la de cuando conoció al abuelo Toni ¡Y esa ya me la sé de memoria! 
Bueno, resulta que la abuela y Violeta eran vecinas y nunca se hablaban. Violeta era muy tímida, nunca jugaba con nadie, sólo con su prima Isa. Cuando empezaron el liceo Juana se hizo muy amiga de Isabel, por ende pasaba mucho tiempo con Violeta. En ocasiones iba a estudiar a la casa de Isa y como vivía en la casa de enfrente terminaban juntándose con Violeta.
Así pasó el tiempo, se hicieron las tres muy buenas amigas en poco tiempo, pasaban largas tardes escuchando la radio, leyendo libros de Julio Verne o Las aventuras de Tom Sawyer. A veces Isabel no estaba porque visitaba a su familia en campaña. Entonces las nuevas amigas pasaban días enteros juntas, haciendo deberes, jugando a las cartas o simplemente mirando el atardecer por la ventana. 
Cuando estaban solas mi abuela intentaba conocer más de Violeta, a pesar de llevarse muy bien ella era muy tímida y nunca contaba nada, nunca decía si le gustaba un compañero o si le caía mal alguien. Muchas veces en el liceo la molestaban, le decían "la muda" y se reían de ella. También se reían de ella por ser colorada, y porque tenía una paleta partida. Para mí las coloradas son lindas, y está mal reírse de alguien por como se ve o ponerle apodos ofensivos. Pero Violeta no hacía nada, nunca reaccionaba, ni siquiera se quejaba, no parecía tenerles odio... tampoco aprecio. Era como si para ella, además de su prima y su amiga, nadie existiera. 
Lo único que lograba sacarle eran comentarios sobre sus padres, nada especial, no eran muy distintos a los de Juana: estrictos y conservadores, puras reglas, pulcritud, discreción y religiosidad. Lo normal en esa época. Cuando hablaban sobre esas cosas, Violeta siempre decía que quería más libertad. Decía que quería romper reglas, cambiar las cosas, hacer cosas que le decían que no podía. A mi abuela le parecía raro, pero a la vez le divertía y entusiasmaba la idea de hacer algo "prohibido", algo diferente, ser rebelde. Al menos eso me dijo mi abuela.
Cuando estaban en segundo de liceo Isabel se fue todas las vacaciones de julio a Durazno (ahí era la campaña) y mi abuela y su amiga planearon todas las travesuras que harían aprovechando la ausencia de la responsable y rígida Isabel, quien nunca les permitía hacer nada pues era muy disciplinada. 
Apenas empezaron las vacaciones hicieron la primer travesura de sus vidas, a la hora de la siesta, mientras todos dormían, las dos escaparon de sus casas y fueron a la placita del barrio. Tenían catorce años y estaban de vacaciones, se sorprendieron al ver que todos sus compañeros de clases estuvieran ahí, a ellos sí los dejaban salir. Pero después Violeta se tropezó y ensució toda su ropa, lo que empeoró el miedo que tenía porque su madre descubriera que estuvo fuera de su casa al ver la ropa sucia fue un comentario de una niña. Algo así como "Creo que se te rompió un diente... a no ya eras así" Dice la abuela que a este comentario le siguieron risas y otro tipo de frases, como que para que quería el diente si no abría la boca y cosas por el estilo. Por primera vez Violeta se puso a llorar y salió corriendo, pero antes mandó a todos a la mmm*... bueno esa palabra que no me dejan decir.
     *mamá si lees esto está mal que leas porque es mi diario , pero perdón, tengo que decir la palabra para que se entienda. MIERDA 
Bueno, entonces Violeta salió corriendo y se puso a llorar contra un murito, mi abuela Juana la siguió y la abrazó y le dijo que era linda y que era mejor que hablara poco porque las pocas cosas que decía eran buenas y nunca hablaba mal de nadie. Entonces Violeta la miró y le dijo "Te cuento un secreto, porque sos mi mejor amiga. Los odio a todos, menos a vos. A vos te amo" Y le dio un beso, su primer beso y el primer beso de mi abuela. "¿Entonces soy tu novia?" le preguntó mi abuela, pero Violeta le dijo que las mujeres no podían ser novias, que eran mejores amigas y se amaban. Pero no podían ser novias. No sé porqué Violeta dijo eso y no entiendo porqué las mujeres no podrían ser novias, pero no quise interrumpir a mi abuela que ya estaba emocionada casi llorando. Así que tampoco le pregunté eso. 
Pasaron todas las vacaciones haciéndose cartas, escapando por las tardes para esconderse en callejones o descampados del barrio, charlaban por horas, cantaban canciones y volvían corriendo de la mano antes de que sus madres se despertaran. Siempre se escondían, nunca se daban besos en público, tenían miedo de lo que dirían y sobre todo no querían que se enteren en la iglesia o en sus casas.
Cuando volvió Isabel les dijo que a fin de año se iría a vivir a la campaña, sus padres habían decidido eso. Si bien les entristecía, sabían que la ausencia de Isa les permitiría estar juntas más tiempo. Era impensable contarle a Isabel, así que debían seguir escondiéndose. Las travesuras pasaron a mayores, como faltar a clases o a misa. A mi abuela la madre la había descubierto un par de veces, pero a Juana ya no le importaba nada, le contestaba y le gritaba si le decía algo. Después iba y se encerraba en el cuarto, aunque la madre iba y le pegaba. No le importaba porque estaba enamorada. Empezaron a escaparse por las noches, se juntaban a bordar en la plaza, llevaban velas hilos y agujas y se pasaban largas noches haciendo bordados en pañuelos que luego se regalaban. O se hacían trenzas y peinados adornados con flores, que se sacaban antes de volver a sus casas. Antes no había televisión ni celulares y las chicas se divertían así. 
Isabel sospechaba que hacían cosas "malas", y nunca quería juntarse con mi abuela, pues decía que era una mala influencia para Violeta. Decía que por su culpa Violeta no iba al liceo y hacía meses que no avanzaba en su biblia. Había hablado de esto con su madre y su tía, para noviembre mi abuela Juana tenía prohibido juntarse con Violeta o con Isabel, y ni hablar de pisar su casa. Las madres de sus amigas hablaron con la suya, mi abuela vivía castigada, en el barrio y el liceo se comentaban muchas cosas de ella... los compañeros inventaban historias, decían que tomaba alcohol o que no creía en Dios o incluso que salía con un comerciante que trabajaba en el centro, que tenía relaciones con él y que estaba por escapar de su casa
A mi abuela y a Violeta no les importaba, se amaban mucho y se seguían viendo, cada vez más. Las dos estaban muy tristes por tener que ocultar lo que sentian, y porque en ningún lado nadie las iba a entender, y sus únicos momentos de alegría eran cuando estaban juntas. 
Una semana antes de Navidad, o sea, cuatro días antes de que Isabel fuera a campaña a pasar las fiestas y quedarse a vivir ahí, pasó lo peor que le pasó a la abuela en su vida (yo creo que es lo peor porque es muy triste, y en las historias de mi abuela nunca pasan cosas tristes). Esa tarde a la hora de la siesta las amigas decidieron ir al faro de Punta Carretas (mi abuela siempre vivió en Punta Carretas, me dijo que antes la gente ahí tenía menos dinero, las casas eran más humildes y todos se conocían. Ahora hay un shopping entonces el barrio está lleno de autos y personas de todos lados y los vecinos ni se conocen) 
El faro queda enfrente al mar y cuando mi abuela era chica nadie iba ahí, la rambla era fea y peligrosa, ir allí fue lo más "malo" que hicieron. Las dos escaparon y fueron rumbo al faro, que les quedaba a unas diez cuadras. Pero Violeta no se dió cuenta de que Isabel la seguía. La prima de Violeta de mantuvo oculta, hasta que las vió besarse, allí empezó a gritar escandalizada, le dijo que pecaban, y que les diría a sus madres. 
Mi abuela dice que volvieron las tres juntas, las tres llorando. Violeta por miedo, Juana porque nunca más podría ver a Violeta e Isabel porque mi abuela le tiro una piedra y le lastimó la frente. Cuando llegaron a la cuadra mi abuela siguió hasta su casa sin decir nada, y vio como las primas entraban a su casa con gritos de Isabel llamando a su madre y a su tía, que anunciaban el fin de su amistad. 
Al día siguiente Isabel fue a la casa de Juana, la había mandado su tía: "Era para decirte que dice mi tía que no te vas a tener que preocupar más por Viole, porque ahora el veintidós de mañana se va a vivir conmigo y mis padres a Durazno. Así no la ensucias más. Y te salvás de que tu madre se entere porque dice mi mamá que tu madre es una conventillera y no quiere que se entere todo el barrio de la aberración de ustedes" Isabel se fue, pero antes mi abuela le arrancó una trencita entera de un tirón. Dice que la guarda todavía porque era la mitad del pelo de Isa y todavía no se imagina como se lo arreglaron. Me parece que exagera y que no guarda nada y no le arrancó tanto.
Entonces quedaba un solo día para que el primer amor de mi abuela Juana se fuera para siempre a Durazno (Durazno es re lejos de Punta Carretas). Era veinte, y el veintidós apenas saliera el sol Violeta se iba, a vivir con la bruja de su prima y su tía. Mi abuela se pasó todo el día y la mitad del otro llorando y deprimida. Hasta que el veintiuno a la hora de la siesta Violeta le dejó una carta por la ventana del cuarto "hoy a las doce en el faro, quiero despedirnos". 
A las doce mi abuela estaba en el faro, de pijama, esperando a su amiga. Cuando la vió, bastante más tarde, no lo pudo creer. Juana venía con un vestido blanco, con medias de puntilla blancas, unos zapatos negros con un poco de taco y una corona de flores que habían hecho una tarde en la plaza. Estaba hermosa. 
"¿Te gusta? Es mi ropa para Navidad, me compraron tacos y la corona me la puse porque la hice contigo". Juana la abrazó y le dijo que estaba más hermosa que nunca "Lo mejor de esa corona es que tiene violetas, tu flor, la flor más linda" 
Me imagino que se dijeron que se iban a extrañar y se dieron muchos besos y todo eso, mi abuela sólo me contó que cuando llegaban a la casa de Violeta (donde se separaban porque mi abuela seguía media cuadra más) se despidieron y ella le dijo  "Sos primer y único amor, no importa si no te veo más ni si te casás con alguien y yo también. No importa, vos vas a ser siempre mi verdadero amor, mi mejor amiga" y Violeta le respondió "Tu mejor amiga no, tu novia". Y ahí mí abuela le dió el último beso a su primer y única novia (porque después solo tuvo un marido, mi abuelo)
Y esa fue la historia de mi abuela, de todas las que me cuenta es la que más me gusta. Le dije si otro día me contaba otras cosas que haya hecho con Violeta, como cuando le rompió un diente a la nena que se rió de ella el día de la plaza. O cuando se robaron el agua bendita de la iglesia para tomársela porque el cura de la parroquia les dijo que si no iban a misa se les metía el diablo adentro. Pero mi abuela me dijo que no quiere que hable más de ese tema y que era un secreto. 
No sé bien porque, pero debe ser porque hoy cuando llegué a casa y le conté a mamá que la abuela me contó la historia de Violeta, antes de que le cuente la historia, mi mamá dijo "Tu abuela está loca, no le hagas caso esas pavadas, que no son para niños de tu edad y además son un invento de tu abuela que se aburre y divaga"
Los grandes siempre están diciendo que hay cosas que no son para los niños, y bla bla. Como la maestra. Pero la abuela Juana no, ella siempre me cuenta todo porque sabe que yo puedo entender todo. La quiero más que a nadie a la abuela, es la mejor abuela de todas. 
Bueno me voy a dormir que mañana vamos a ir al museo de Joaquín Torres García con la escuela. Mañana te cuento como me fue, aunque ojalá vaya a jugar a lo de Mariana o a comer torta a lo de la abuela. Porque la verdad  que al museo de Joaquín Torres García ¡fui mil veces!. 
                                                                                     Besito, Luna♥

lunes, 9 de septiembre de 2013

Prefiero decir chuponear

¿Cuántos viernes o sábados, o fines de semana completos me pudo arruinar la lluvia? Creo que desde los dos o tres años la lluvia un día no laborable pudo destruir todas mis esperanzas de ser feliz ese día. Ya con diecisiete no debería hacerlo, pero soy del tipo de persona que se queda en casa mirando tele y llorando en soledad (porque sí nomás) los fines de semana lluviosos. El tipo de persona que considera un fin de semana sin grandes encuentros sociales un fracaso. Soy bastante idiota creo. O era...

Hasta este sábado, cuando pude ver que no estar sola no significa estar rodeada de gente. Cuando ví que la lluvia puede ser divertida -más allá del peculiar afecto que le tengo a la taciturna amiga, convengamos que no es muy feliz- que puede ser alegre. Ví que se puede ser feliz adentro, alejada de la lluvia, resguardada por las paredes, el techo y sus brazos. Que la lluvia no es alegre solo cuando hace calor y corres bajo ella. 

Aprendí que estar encerrado no es tan trágico, que no salir de casa y comer dulce de leche del tarro y restos de fideos puede ser una forma de pasarla bien, con él, obvio. 

Descubrí que quererse -amarse, o como le digan- no es solo hablar mucho y abrasarse y darse besos y llorar juntos por lo adolescentes que son. Amarse es reírse mucho, es divertirse un montón, como en una fiesta... pero solo dos. Descubrí que la palabra "besarse" me da mucho asco, tanto que prefiero decir "chuponear".

Entendí que lo amo, que me llena, que me hace feliz... y que con trescientos pesos no se vive tres días.

viernes, 16 de agosto de 2013

Tiempo

¿Quién maneja el tiempo? No, obvio que nadie, la idea nunca fue ponerme esotérica. Pero me resulta tan ambiguo el tiempo. O sea, el tiempo, las horas, los minutos... y también la duración de cada tarea. No imagino una vida dónde no tengamos que hacer nada, y tengamos todo el tiempo del mundo... Es decir, si no tuvieramos actividades que nos requieran cierto tiempo, ni siquiera tendría sentido el mismo... pero ocho horas para dormir -que siempre son menos, e insuficientes- ocho horas en centros educativos o trabajando, y las restantes 8 horas para barajarnoslas en cubrir otras necesidades u obligaciónes, que óh casualidad también responden a ciertos horarios, al mediodía almuerzo, a la noche cena -o una pizza, o un danette- ¿No será mucho? ¿No será demasiado complejo si lo pensamos y abstraemos? ¿Quién armó este esquema? ¿Es realmente un tema fisiológico? ¿O algunos, más poderosos y desde hace mucho tiempo, nos tienen convencidos de que esto es lo debido de que así debe ser? Tal vez sea sólo otra forma de controlarnos, de someternos, de hacernos funcionales... O tal vez, simplemente, tengo tanto THC en sangre que me puse a divagar... no sé, no tengo tiempo de pensar en eso ahora.

viernes, 21 de junio de 2013

Miedos.

Anoche hablando con mi novio. No no, así no.
Anoche a las 4 pm, sentados en el sofá de casa con mi novio luchando contra el frío y el sueño nos pusimos a conversar, simplemente buscando una excusa para no irnos a acostar y perder esos mágicos minutos de mirarnos, darnos la mano y cortar irrelevantes charlas filosóficas con algún que otro "te quiero" -que nunca vienen al caso, pero son verdad-  Este... bueno, divagué ¿no? Pero quedó lindo ¿no?
En fin, estaba con Martín y terminamos tocando el tema de los "miedos". La charla fue breve y concluimos en que él no conocía, o no ere consiente de los suyos. Ya que me negué a dejarlo pensar que no los tiene. Todos tenemos.
Y no nos referíamos a miedos esotéricos o tangibles, como los fantasmas o las vacunas. Más bien a esos miedos existenciales. Como la soledad, o el rechazo.
Si bien la conversación terminó y no fue nada trascendente quedó en mi cabeza una pregunta: ¿Cuales son mis miedos?

Obviamente hay cosas como la muerte de seres queridos o similares... pero esos no son lo que se presentan latentes en mí. No pienso en eso, no quiero pensarlo... además de ser tácitos.

El rechazo
Sin dudas mi miedo más constante y presente es el miedo al rechazo. Pero no el miedo al rechazo como persona. No el miedo a no "caer bien" o a no elogiar mis pensamientos o esfuerzos. Por ejemplo, lo que escribo lo escribo para mí. Si es aceptado y bien recibido reconforta. Y si no lo hace, no me importa... el fin nunca fue agradar.
Pero la simple idea de no ser correspondida al momento de relacionarme con otra persona me abruma. El descubrir que alguien por quien siento aprecio o simpatía tiene sentimientos totalmente diferentes a los míos es hiriente. Y conocer comentarios negativos de personas por las que uno siente afecto, adivinando una suerte de desprecio por parte de alguien a quien uno halaga con terceros, es humillante.

La humillación.
La humillación es la fría puñalada, cómo hecha con una daga de acero, en el orgullo y en el ego. Lastima, duele, baja las defensas. La humillación pública se sufre, se lamenta, se repudia. Pero la humillación interna desdignifica, deja una herida abierta. Mata lenta y dolorosamente. Y si no lo hace, deja daños irreparables.

El olvido, o en defecto, la negación.
Todos hemos perdido contacto con algún ser, en algún momento, querido. Ya fuese este un amigo, una pareja, incluso un familiar. En el apogeo de la relación el afecto mutuo es inmenso y llenador. Y luego termina. ¿Termina? Y si terminara, ¿eso significa que todo ese amor y cariño nunca existieron?
Es igual que con la muerte. Cuando un abuelo, por ejemplo, se no va lo despedimos, lo lloramos y esa persona deja de estar. Las costumbres, las actividades, las conversaciones y los juegos con esa persona desaparecen. Y si logramos superarlo, dejan de necesitarse. Pero no quiere decir que no existieran, existieron y se recuerdan con cariño. Lo mismo con el amor, puede acabarse. Es normal. Pero me parece dehumanizante negarlo, tacharlo. O aún peor, modificar los buenos momentos en recuerdos borrosos tapados por situaciones horribles.
Cuando escucho gente diciendo cosas como "no la quería, me caía mal, era una basura" en referencia a exnovios/as, por ejemplo, se me hiela la sangre y un miedo inmenso me recorre la conciencia. ¿Sentirá o dirá alguna persona con la que perdí contacto esto por mí? ¿Tan poco fueron los lindos momentos vividos que una ves cortados los lazos estos desaparecen? ¿Estaré cometiendo yo la cobardía de tachar de mi memoria y negar el enorme afecto con el que algunas personas, ya no presentes en mi vida, me llenaron? ¿Me va a pasar? ¿Tan poco significa el amor?

jueves, 21 de marzo de 2013

Cómo la de la canción.

Se encontraron el un restó en Parque Rodó. Un lugar con "onda", comida , variedad de café y buena música. Siempre estaba lleno, así que fueron no muy tarde. Él estudiaba Ciencias Económicas, así que estaba cerca. Pero antes de salir para ahí se encargo de verse y oler bien.
Sabía poco de ella. Tenían varios amigos cercanos en común, pero para no mostrar demasiado interés no preguntó a nadie nada que no le hubiera preguntado a ella. Sabía que ella pintaba cuadros y escribía poesías, no era lo que él consideraba un estilo de vida rentable o productivo, pero ella era linda y sus creaciones también.
Cuando la vió entrar al bar rompió con el mito de "son lindas en la  foto y en persona son horribles". Era hermosa, más de lo que creía.
"Hola" le dijo, "¿cómo te va?". Ella sonrió.
Cuando vino la moza -quien a diferencia del lugar y a no ser por su delicado rostro no era nada agradable- él pidió dos copas de vino, y una pizza con rúcula, hongos, y  varios condimentos impronunciables. Ella sonrió.
Mientras comian pan y tomaban vino esperando la pizza, él le habló de sus expectativas a futuro, de su carrera, del viaje. "...Sabés que está bueno el viaje. Osea, vos que tenés una beta medio artística podrías seguir arquitectura que cuando terminan también hacen el viaje.. no sé, así conocés, te nutrís y esas cosas..." Ella se encogió de hombros y sonrió.
Comieron en silencio, los dos comieron poco, como era de esperarse. Se rieron bastante. Él dio toda su postura sobre la gente en Europa que no trabaja y que es "bancada" por el estado, después la miró y por las dudas aclaró "O sea, otra cosa es acá que los artistas tienen que esforzarse y pasar hambre, pero de última tratan de vender sus obras en ferias o en la calle... Nada les viene de arriba, a no ser que vengan de "familias bien". Ella sonrió, y siguió comiendo.
Cuando terminaron tomaron café, y compartieron un postre que él pidió. Cuando la salida ya terminaba él se detuvo a mirarla, pensó un rato y después exclamó "¡Claro! ¡Sos muda! Cómo en la canción, esa de los 90's! Por eso estuviste callada toda la noche, yo ya estaba pensado que habrá sido lo que dije de malo, repasé todo y no... ¡jajaja! Me sorprendiste, la verdad." Ella sonríó.
La acompañó a la parada, esperó a que se tomara  el ómnibus y la vió subir, pagar y sentarse en el asiento del fondo, contra la ventanilla, mientras agarraba su celular. El ómnibus arrancó y él se tomó el taxi que venía atrás.
"La verdad que un tarado. Jajaja. Habló toda la noche, me interrumpió cada vez que fui a decir algo. Cambiaba de tema todo el tiempo y me miraba el escote indiscriminadamente. Ni hablar que me trató de hippie todo el tiempo y estuvo emparchando lo que decía a cada momento porque la embarraba. ¡Boluda, pidió él la comida! O sea, ¡eligió por mi! Jajaja, nunca ví.... No no, enserio no me dejó hablar en toda la noche... No exagero, imaginate que antes de irnos me dijo que era muda... Enserio, pensó que era muda y me lo dijo... ¿Y que iba a hacer boluda? Me reí, le dije que era un gil y me acompañó a tomarme el ómnibus... Vino pidiéndome disculpas... Pero no se calló así que no pude contestarle"